Especialistas cuestionaron la legitimidad de las patentes de software en Brasil y sus efectos sobre el estímulo a la innovación
El pago de royalties a grandes empresas, la interoperabilidad entre dispositivos y la efectividad de las patentes intelectuales en el desarrollo de la industria nacional fueron algunos de los puntos discutidos en el panel Los riesgos de las patentes de software, control de códigos y formatos, con la mediación de Pedro Paranaguá, investigador en el área de derechos autorales, patentes y privacidad. El debate se realizó hoy, 27 de julio, en el 13° Foro Internacional Software Libre (fisl13), que sucede en Porto Alegre hasta mañana.
Abriendo el panel, el sociólogo Sérgio Amadeu, de la Universidad Federal del ABC, comentó que la existencia de las patentes sobre los software es usada como munición en la guerra entre las grandes empresas transnacionales por la obtención de royalties y derechos de fabricación y distribución de productos. “No es aceptable que algoritmos, que son la base de los programas, puedan ser patentables. Eso puede paralizar el desarrollo de soluciones que permiten crear innumerables usos inteligentes para la tecnología, impactando, principalmente, en las pequeñas empresas y startups”.
El contrapunto quedó por cuenta del representante del Instituto Brasileño de Propiedad Intelectual (INPI), Antônio Abrantes, que defendió que la patente es una garantía constitucional, compensando los gastos e inversiones en el desarrollo de productos y procesos. Según él, en el escenario actual, el principal contenido agregado por la industria es informativo y no físico, como hace 40 años. “Los opositores a la patente alegaban, en los años 90, que la industria del software se arruinaría con la propiedad intelectual, impidiendo la innovación, pero no fue lo que sucedió", argumentó.
Sin embargo, para Nelson Lago, gerente técnico del Centro de Competencia en Software Libre del IME/USP, la interpretación del INPI es equivocada porque contradice a la propia Constitución, que establece que los programas de computadora no están sujetos a patente. “Cualquier programa está originado en un proceso matemático, que no puede ser patentado. Independiente de eso, la patente sobre el software es mala porque, al contrario de lo que la Constitución manda, ella no promueve el desarrollo industrial y genera costos legales, nocivos a los pequeños emprendedores”, dice. El concepto también fue defendido por el analista de patentes Luiz Xavier, que explicó las características técnicas de los programas de computadora.
Seth Schoen, de la Electronic Frontiers Foundation (EFF), entidad estadounidense dedicada a defender los intereses de los usuarios de los medios digitales, resaltó que uno de los efectos de las patentes, en los Estados Unidos, es generar modelos de negocio únicamente basados en el cobro de royalties. “Son empresas que poseen patentes sin producir productos, que llamamos de patent trolls”, explicó. Schoen destacó que uno de los frentes de lucha en los EUA es impedir patentes ya existentes sobre procedimientos obvios, como el streaming (transmisión online de imágenes y audio), el clic simple para compras online o hasta el hyperlink. Schoen contó que 70% de los celulares con el sistema operativo Android ya pagaron royalties a Microsoft. “La ganancia generada por Android ya es mayor de lo obtenido con la venta de Windows Phone”, alertó.
Para el activista Marcelo Branco, la cuestión de la patente en Brasil es de política exterior. “La Organización Mundial de Propiedad Intelectual, creada para remunerar inventores por sus creaciones, en verdad está garantizando reserva de mercado a quien ya tiene la hegemonía de las patentes”, puntualizó. Hechos como ese, según Branco, hicieron que el parlamento europeo votase, en 2005, contra el patentamiento de software, en atención a los prejuicios de una competencia desproporcionada contra los Estados Unidos, donde la patente es una tradición.
De acuerdo con Bruno Magrani, de la Fundación Getúlio Vargas (FGV) y del Observatorio Brasileño de Políticas digitales, a pesar de la legalidad de la patente, ningún punto de las leyes brasileñas establecen su obligatoriedad. Igualmente, la definición sobre lo que es software “en sí”, así como la legitimidad de su patentamiento, son atribuciones exclusivas del Poder Legislativo, creador de la ley que habla sobre patentes y derecho autoral.